Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de abril, 2012

Cosa de 2

¿Porqué he de hacer yo lo que él no piensa hacer? Somos egoístas, cariño, siempre vemos por nuestro propio bien… No pienso que eso esté mal… Pero a veces es bueno pensar en alguien más. No soy de las personas que suelen hacerlo, no estoy acostumbrada al afecto, pero por ti no me importaría acostumbrarme. Dejar un poco la puerta abierta, bajar tantito la guardia… Confiar. Cuidarnos el uno al otro en vez de hacernos daño, jugar juntos contra los demás… Saber que no importa que tanto digan, me tendrás y yo a ti para mi. Prometo hacer mi parte. ¿Harás la tuya?

Nosotros..

No le temo a lo que venga acerca de nosotros, no le temo a los problemas por los cuales vayamos a pasar, peleas muy fuertes o cosas por las cuales terminaremos dañándonos uno al otro. Le temo al extrañarte tanto que termine acostumbrándome. En cuestión de felicidad me haces feliz en muchos sentidos, eres atento cada que estamos juntos, me haces reír con todo lo que dices, peleamos jugando y debes de aceptar que esas son las mejores, me gritas, me dejas en medio de la calle en ciudades en las cuales me pierdo pero regresas por mí, haces que haga cosas por impulso, pero lo mejor de todo es que siempre terminas protegiéndome y cumpliendo mis caprichos de alguna manera. En cuestión de peleas siempre nos las ahorramos, pero porque no hablas de lo sucedido, grave error. Siempre intentamos estar bien pero los dos somos muy iguales en este sentido, somos algo llamado “celosos”. Pero después de cada berrinche todo vuelve a la normalidad y es como si nada hubiera pasado, punto a nuestro f

déjame quererte

Déjame verte, conocerte, sentirte, platicarte, emocionarte, escucharte. Déjame abrazarte y decirte que no hay nadie más con quién quiera compartir; déjame caminar contigo, soñar contigo, hablar contigo y estar a solas contigo. Déjame sentirme libre besándote, acariciándote. Sabes que mientras me quede estaré queriéndote como cuando me lo dijiste por primera vez. Quédate.

tiempo

3:07 a.m. Te pienso sentada en el sillón, tomando té de limón y tratando de imaginar como serían nuestras fotos juntos. Quiero preguntarte con la mente, desde aquí, si me extrañas, si me estás soñando o si despertarás pensándome. 3:11 a.m. Me imagino dormida en tu pecho, sintiendo tus dedos pasar por mi fleco. 3:15 a.m. Pasa por mi mente la trillada frase “Sólo Dios sabe lo mucho que te extraño” confesaré que jamás le había dado tanto sentido, jamás sino hasta ahora que me acuerdo de todos los besos que me prometiste. 3:19 a.m. Pienso que las cosas tienen un por qué, ese misterio que nadie puede ni podrá descifrar, esa esencia que le da sentido a eso que puedo llamar “nuestro”. 3:22 a.m. Me enamoro de la idea de estar contigo y compartir mis sonrisas, mis caprichos y mis palabras. 3:26 a.m. Sí, te quiero

De amores y otros desencuentros.

A mis cortos (ponga edad aquí) he tenido tres amores: El primero fue complicadísimo, de esos amores que están destinados al fracaso pero el fracaso aparece cuatro años después tras una serie de infortunios que te enseñan que es mejor rendirse a tiempo. Viví de todo en esa relación, muchas primeras veces y otros tantos “no lo vuelvo a hacer” que evidentemente no fueron cumplidos; pero ¡ah! qué bonito es el primer amor. Todo se presenta tan nuevo y tan intenso que te sientes en las nubes hasta que llega la caída y el madrazo duele tanto que preferirías la muerte antes que la terrible desdicha de sufrir tal agonía, luego aprendes que de amor no se muere y continuas con tu vida. El segundo fue muy divertido, él extranjero y yo en mi país, él sumamente hermoso y yo en mi país, él un desmadre… y yo también. Ese amor fue más dinámico que romántico y por supuesto nada tormentoso. Un amor de esos frescos que llegan en el momento adecuado y se van sin que lo notes. Amores/amistades que todos

Y así soy.

A veces, cuando quiero escribir, comienzo por una frase, que dos segundos después odio y termino por borrar. Me veo los dedos, cómo bailan; las letras que aparecen en el fondo blanco, temerosas de morir ante mi indecisión; y hago como que escribo y finjo que toco el piano al ritmo de la canción que estoy escuchando. El cigarro se termina sin haber sido fumado, mi mente va y viene, varias voces suenan al mismo tiempo en mi cabeza, pero aún ninguna ha ganado. ¿Quién soy? ¿Dónde estoy? ¿A dónde voy? Lo único que sé con seguridad respecto a esas tres preguntas, es que riman. Soy y escribo, a veces río, otras no. Tengo goteras en los ojos, palmas en las manos, grito, corro, salto y vuelo. No sé mucho de la vida, es más, no sé casi nada; me gusta vivir como los niños que descubren hasta lo más pequeño encontrándolo asombroso. He llorado ante el vuelo de un ave, me indigna el hombre y su falta de humanidad, no me gusta causar daños, bailo sin música, y me enamoro una vez al año. Me gusta leer

Eres todo lo que no quiero romper

¿Alguna vez has tenido algo tan bonito que no quieres ni tocarlo para no hacerle daño? Pues eso eres tú para mí. Eres el ave que se acerca y me provoca quedarme inmóvil para no ahuyentarla; eres una ráfaga de viento en un día soleado, de esas que se disfrutan mejor quieto y con los ojos cerrados; eres la fragilidad de todo lo que prefiero no tener antes que ver lejano

El hombre de mi vida.

Cuando abrí los ojos fuiste lo primero que vi, tan nervioso, tan pendiente, tan cuidadoso de que todo en mi mundo estuviera bien. En mis primeros pasos eras tú el que corría detrás para detenerme en cuanto cayera. Eres ese al que le daba pavor que yo sufriera. Tan alto como los sueños que me has enseñado a tener… a alcanzar. De tus alas es que yo aprendí a volar; mi fuerza, mi ejemplo, mi día a día llena de seguridad. Recuerdo aquellas noches en las que me acurrucaba adentro del estuche de tu guitarra, mientras tus manos bailaban entre las cuerdas hasta que el sueño se apoderaba de mí. Los cuentos que inventabas, las historias; la vez que dijiste que eras inmortal, el día en que descubrí que Santa Claus y el ratón de los dientes se escondían detrás de tu sonrisa al verme abrir los regalos; las miles de veces en las que hemos llorado, reído, discutido, bailado, jugado a las escondidas, cantado y hasta escrito juntos. Mis logros son tus logros, mis risas son tus risas, mis miedos son tu

Carta sin respuesta.

Para ti, sin que lo sepas: Hola, ¿cómo estás? Espero que completo. No sé que más escribir, contigo me pasa a menudo que se esconden las palabras porque tienen miedo de salir y no ser las adecuadas. Hola, ¿cómo estás? Yo un tanto cansada, para ser honesta. Harta de ti, de mí, y sobre todo de nosotros. Rendida ante mis propias fallas terminé por no aceptar las tuyas; impotente ante mis decisiones, decidiste que era mejor partir. Y no puedo más que desear que te vaya bien. Y no quiero más que fingir que no me rompe tu partida, que no me afectan tus palabras, que no me cortan tus pasos mientras te alejas de mí. Hola, ¿cómo estás? Yo aquí aprendiendo a vivir sin sentir. Atte.: Nadie.

Cuentos que no han de ser contados.

Hay detalles tan simples que nos alegran la vida como el pasto que crece casi sin cuidados, el rayo de sol que nos toca aunque no queramos, la lluvia que cae y se evapora, y tu llegada sin aviso cuando menos la esperaba. Así de la nada te apareces y me robas un cachito de este algo que te llevas y se queda en el cajón de los recuerdos. Llegaste sin prisa, sin tiempo, tarde y violento. Llegaste para no quedarte, y sin embargo te guardaste en este cuento.

Llegaste

Era un martes normal hasta que apareció tu cara, tus letras, tu dulzura, esa que poco a poco me sedujo y me envolvió en el tierno aroma de lo que eras tú. Fue tu presencia en mi vida que cambio mis días, esa que borro mi tristeza y me lleno de alegrías; fueron tus palabras que sin ser fuego, prendieron en mi interior mis mejores deseos. Apareciste tú en mi vida, llegaste para hacerme feliz un instante, para recordar que las mejores cosas de la vida llegan sin esperarlas, llegaste para hacerme sentir, para hacerme vivir, llegaste a colocarme una sonrisa y hacerme latir el corazón más fuerte. Pero como todo en la vida tiene un final, llegaste para llenarme y luego dejarme vacía.

¿¿Me recuerdas??

¿Me recuerdas hace unos meses atrás? Soy esa persona que su vida era una monotonía, que no le gustaban los cambios y no estaba dispuesta a aceptar alguno. Pero tenía que conocerte en un momento no muy oportuno para ninguno de los dos. Acabando de terminar de dos “relaciones” por así decirse no muy buenas y sin querer saber de eso empezamos a hablar. Tú haciéndote el galán y tratando de que yo formara parte de una de tus tantas más en la lista y yo tratando de olvidar cosas de mi pasado y así intentando darle importancia a otras. De esa manera llegaste a convertirte en algo más, y en formar parte de mis planes, ambiciones y hasta en caprichos. Lo nuestro era más que amistad pero menos que una relación. ¿Quién iba a decir que vernos cambiaría tanto las cosas? No puedo decirte que estoy enamorada, pero puedo decirte que mis emociones no cambian, estoy igual de feliz como si la primera vez que nos vimos hubiese sido ayer. Ése primer día que nos vimos .. tan nerviosa, callada, em